Está comprobado que el 95% de las personas no establecen sus objetivos por escrito. Del 5% que si lo hace, el 95% nunca termina por tomar acción y comenzar a hacer que las cosas sucedan. ¿No resultan estos datos increíbles? La mayor parte de personas realizan planificaciones detalladas para organizar simples viajes de un fin de semana, y no toman el compromiso de dedicar algo de tiempo a planificar el viaje más importante de todos: su propia vida. Y del pequeño grupo de personas que si realiza ese proceso de planificación, muy pocas se mantienen tomando acción hasta que la cosas comienzan a suceder, y sus mayores objetivos de convierten en realidad.
De hecho, el 85% de las declaraciones de buenas intenciones que suelen hacerse al final del año,
jamás llegan más allá de la primera semana del año. Estas resoluciones, como los objetivos en la vida, son muy fáciles de establecer, pero requieren disciplina y esfuerzo para ser alcanzados. Por ejemplo, un estudio reveló que de 18.000.000 de fumadores que habían dejado de fumar al menos por un día, solo 1.300.000 dejó de hacerlo por al menos un año.
Para alcanzar cualquier objetivo que realmente merezca la pena, has de estar dispuesto a poner un alto nivel de compromiso. Has de tener un deseo tan ardiente de lograr ese objetivo, que te provea de la energía necesaria para persistir a pesar de la tentación de volver al antiguo patrón de comportamiento más cómodo.
Pero para lograrlo vas a necesitar altas dosis de motivación. Y la motivación llega por un lado por ese deseo de alcanzar algo, pero también por la certeza interna que tengas de que lo vas a lograr. Si partes con la idea en mente de que no lo vas a lograr, te garantizo que estás en lo cierto: no lo lograrás. Pero de igual modo, si crees con fe absoluta que puedes hacerlo, no importarán ni el tamaño ni la magnitud de los obstáculos que aparezcan en el camino: ¡Terminarás lográndolo!
Para lograrlo hay un técnica que suele dar muy buenos resultados: La técnica de “Un día detrás de otro”.
Imagina que quieres comenzar a hacer ejercicio cada mañana a primera hora. Imaginarte levantándote pronto todos los días de tu vida puede ser tremendamente abrumador y desmotivante. Pero si simplemente decides enfocarte en hacerlo por un día, se transformará en algo muy sencillo. Todo el mundo puede levantarse pronto un día para hacer algo de ejercicio. Y cuando lo hayas logrado, pasa a pensar en tu compromiso para el día siguiente. Y poco a poco, casi sin darte cuenta, comenzarás a implantar un nuevo hábito. Recuerda siempre que los hábitos se crean por la suma de acciones repetidas diariamente a lo largo de un determinado periodo de tiempo. Mantén el enfoque en esa filosofía del día a día, y observarás como avanzas con fuerte determinación hacia esos objetivos que más valoras.
Por supuesto que también es necesario un fuerte deseo y una actitud perseverante con este proceso de un día detrás de otro. Pero es mucho más sencillo lograr grandes objetivos de este modo, antes que centrándonos en conseguir todo el objetivo a la vez.
Recuerdo el caso de una persona asistente a uno de mis seminarios, que había tratado infructuosamente durante años de iniciar un estilo de alimentación saludable. Finalmente, tras el seminario se embarcó en el proceso de “Un días detrás de otro”. Cada mañana, se decía a si misma que durante ese día solo iba a permitirse comer alimentos saludables y se comprometía a ello por las próximas 24 horas. Al día siguiente volvía a repetir su compromiso, y así sucesivamente. Al cabo de unos días, comenzó a notar un aumento en su nivel de energía espectacular, que le permitía hacer más cosas y de manera más efectiva. Eso aumentó su motivación, lo que hizo que el proceso se tornase cada vez más sencillo. Y finalmente, al cabo de unos meses, su nuevo estilo de alimentación era un hábito firmemente anclado en su sistema nervioso. Había creado una gran transformación en su vida, pero de una manera sencilla a través del método “Un día detrás de otro”.
Tener grandes objetivos no es suficiente. Has de tener una razón poderosa que te impulse a convertir ese objetivo en realidad. Eso alimentará tu deseo y te aportará la fortaleza necesaria para comprometerte en su logro. Si asocias un fuerte dolor al comportamiento que deseas cambiar, o a no lograr tu objetivo, te será mucho más sencillo emprender las acciones necesarias para que el cambio se produzca.
Y por supuesto, la próxima vez que quieras desarrollar un buen hábito, eliminar algún hábito negativo, o lograr cualquier objetivo de gran envergadura, utiliza la técnica de “Un día detrás de otro”. ¡Los resultados te asombrarán!