jueves, 19 de enero de 2017

Las tres claves


Cuenta una historia sobre un matrimonio que llevaba casi una década de casados, habían estado de novios por un par de años y al sentirse bien el uno con el otro decidieron que querían casarse y formar una familia...
El tiempo pasó, y como a veces ocurre en las parejas, la rutina fue erosionando la relación, ya no había tantos te amo como antes, ni muchos gestos de amor o cariño como al principio; los hijos, el trabajo, la familia, habían ganado más espacio, y eso de a poco, los había distanciado... Ya no estaban las flores para la fecha en que se habían conocido, tampoco los desayunos en la cama para dos... Algo había cambiado, y como fue tan lento ninguno de los dos lo había notado...
Una tarde al salir de su trabajo, y de camino a su auto, ella observó a una pareja muy mayor riendo en un banco de plaza, sin darse cuenta detuvo su marcha para observarlos... sus risas eran fuertes y parecían honestas... sus manos estaban tomadas, sus ojos no se apartaban del otro... Y ella pensó: que hermoso sería llegar a esa edad y seguir riendo como niños... se los veía felices, despreocupados del qué dirán...
Ella sonrió, subió a su auto y se marchó.
De camino a casa no podía borrar de su mente las imágenes que había observado... se preguntaba cuál sería la clave... sería el estar jubilados...?  el no tener que estar pensando en cuentas a pagar o las tareas escolares de los niños...? ¿Cuál sería la clave de esa felicidad...? Esa tarde al llegar a su casa la rutina la envolvió y las imágenes desaparecieron... los hijos, preparar la cena, una llamada de su madre, hicieron que volviera a su ”realidad”, el día continuó hasta llegar la noche y prepararse para descansar... mientras cepillaba su cabello pudo observar a su esposo ya en la cama, parecía cansado, su mirada estaba puesta en un punto fijo y no hablaba... en ese momento recordó las horas que pasaban conversando cuando recién se habían casado, él siempre se sentaba al borde de la cama para contarle su día mientras ella cepillaba su cabello... y ahora estaba tan lejos... ¿Qué había pasado...? ¿Qué les había pasado? En qué momento ese” momento” había desaparecido.
Se acostó y solo dijo buenas noches amor... pero no escuchó una respuesta.
A la mañana siguiente el desayuno fue igual... cada miembro de la familia concentrado en sus temas, el televisor prendido en los dibujitos, él leyendo el diario… y ella solo observando esa escena… que poco hablan, que poco se miraban… ¿qué habría pasado para llegar a estar “sin estar”…? El desayuno terminó, y como todos los días, cada uno partió a sus obligaciones… ella luego de dejar a sus hijos en el colegio prosiguió al trabajo… el día no fue normal, más allá de las tareas habituales su cabeza no dejaba de pensar en las imágenes de su casa, su esposo en la cama sin conversar, sus hijos en el desayuno cada uno en su tema… casi terminando el día, una pregunta se disparó en su mente… ¿es esto lo que soñaba para su vida? Y la respuesta fue una sola palabra…NO, ella soñaba con una familia unida, que se escuchara, que contara como había sido su día, ella soñaba con saber que querían sus hijos, como estaba su esposo, si su día había sido bueno o malo, ella soñaba con una vida diferente a la que estaba teniendo… la cual distaba mucho de la que tenía en ese momento… sentada en su escritorio dejó de escribir en su computador y pensó ¿Qué fue lo que hizo que hoy me diera cuenta de esto? ¿por qué no lo había visto antes?... y en ese momento recordó a los dos ancianos en el banco de la plaza… recordó sus miradas, sus risas, sus manos tomadas… ese había sido el disparador… ellos le habían mostrado como era su vida hoy… un poco de tristeza invadió su corazón, sintió que su sueño había desaparecido… sintió que todo lo hermoso que tenía y que deseaba se había esfumado… no fue su mejor tarde, estaba desconcentrada, se sentía desganada y no veía la hora que el reloj marcara las 5 para irse de la oficina… el tiempo transcurrió y la hora de irse llegó… saludó tímidamente a cada compañero con quien se cruzó y salió del edificio en búsqueda de su auto… su cabeza estaba gacha, como todo aquel que se da cuenta que el mundo es diferente al soñado… tan concentrada estaba en mirar el suelo que no notó que casi lleva por delante a una persona, en eso momento levantó su mirada y para su sorpresa casi había llevado por delante a la pareja de ancianos que había visto el día anterior, sobresaltada se disculpó, a lo que la pareja solo sonrió y dijo que no se preocupara, otra vez esas dos personas… nunca antes las había visto y ayer y hoy se las había cruzado… ¿sería una señal? ¿o solo coincidencia? Algo invadió su corazón… algo debía aprender de esa pareja, pero no sabía qué… en ese instante detuvo la marcha hacia su auto y decidió seguirlos, no quería asustarlos, ni que pensaran que los estaba por robar, así que se mantuvo a unos metros de distancia para ver que hacían… unos pocos metros más adelante notó que la mujer caminaba con su cabeza apoyada en los hombros del hombre, también notó que el hombre descansaba ligeramente su cabeza sobre ella… las cuadras iban pasando y ambos caminaban lento pero firmemente… unas cuadras adelante, y al llegar a un puesto de flores, el hombre detuvo la marcha, la miró y con una sonrisa pícara señaló las flores… ella también sonrió y con un gesto de complicidad dijo que sí… así fue que el señor pidió una rosa a la florista, pagó y mirando a la mujer a los ojos se la entregó… la mirada de la mujer era tierna, como esas miradas de amor puro y sincero, inclinó la cabeza, sonrió, acepto la flor… y luego lo besó.
Ella miraba la escena y no podía dejar de sentir admiración… y asombro… fue ahí cuando decidió acercarse y saludarlos.
-Buenas tardes, disculpen que los moleste, no quiero incomodarlos, pero necesito hacerles una pregunta…, la pareja la observó unos segundos, se miraron y contestaron que sí…
-Ayer los vi en el parque y hoy nuevamente los crucé de casualidad, no he podido dejar de observar cómo se tratan, ¿cómo se miran, ¿cómo caminan juntos, quería saber, ¿cómo lo hacen…?  la pareja de ancianos se miró y sonrieron…
- ¿Cómo hacemos qué? pregunto la mujer…
-Eso, respondió ella…
Los ancianos se miraron y le preguntaron si tenía unos minutos para conversar, ella pensando que recibiría una fórmula, asintió con su cabeza, así que los tres caminaron hasta un banco en la plaza lindera. Al sentarse el hombre le dijo: tenemos unas claves que descubrimos que son mágicas… ¿quiere saberlas?, sin poder responder ella solo asintió con la cabeza y se preparó para escuchar.
-          Bueno hija, primero le queremos contar que llevamos 49 años juntos, de los cuales hace 48 que estamos casados, hemos tenido malos momentos, hasta hubo un tiempo en el cual habíamos decidido separarnos, fue ahí donde, en lugar de alejarnos, decidimos darnos otra oportunidad... y en ese momento también, nos dimos cuenta que éramos diferentes… esa noche en nuestra casa, que es la misma en la cual vivimos hace más de 30 años, mientras conversábamos cómo resolver ;nuestras diferencias que encontramos la primer clave, éramos diferentes, y como éramos diferentes nuestros conflictos pasaban por querer cambiar al otro en lugar de aceptarlo, y eso era difícil aceptar al otro como un legítimo otro… por lo tanto decidimos que nuestra primera clave sería RESPETARNOS.

Ella no aguantó, y desde muy dentro suyo dijo…

-          ¿Qué significa eso? ¿Qué …tengo que soportar todo lo que no me gusta de él? eso sería dejar de ser yo!
-    Para nada, intervino la mujer, eso significa, que en lo que no coincidan deberán acordar, y para acordar deberán respetarse… y acordar es sencillo cuando existe respeto entre los dos… pero espere, aún faltan dos claves.
-  Otra cosa que hicimos, tomó la palabra, el anciano, fue establecer un decálogo…
- ¿Un decálogo? ¿Cómo es eso?
-    Es un listado de diez puntos que ambos respetaríamos a partir de decidirlo…. Y hoy tanto años después lo seguimos respetando…
-   No entiendo dijo ella, ¿es como un reglamento?
-  Algo así respondieron los ancianos, mirándose nuevamente con cara de cómplices.
-          ¿Y qué es lo que dice, o debería decir?
-          Cada pareja es única, dijo la mujer – cada pareja debería construir su propio decálogo según sus necesidades y acuerdos… si quiere le contamos el nuestro…

Ella se entusiasmó y pidió permiso para tomar nota… ambos ancianos asintieron con su cabeza, pero él dijo:

-          Cuidado, este es el nuestro, Ud. debería escribir junto a su pareja el suyo...
-          Sí, sí, lo entendí, pero quisiera saber cuál es el de Uds.
-          Muy bien, dijo él, tome nota… tenga en cuenta que ninguno es prioritario, podrían estar en cualquier lugar, pero deben estar, ¿se entiende? La mujer ya ansiosa por escuchar solo dijo; sí moviendo su cabeza...


1.      Nunca irnos a dormir enojados.
2.      Caminar siempre a la par, ni delante, ni detrás del otro.
3.      Respetarnos y cuidarnos, en esta secuencia, y jamás invertirla.
4.      Tener proyectos en común.
5.      Tener tiempo para compartir uno con el otro a solas.
6.      Preguntarnos como mínimo una vez por mes, ¿Cómo estamos? ¿cómo va nuestra relación?
7.      Respetar a sus familias y amigos.
8.      Apoyarnos mutuamente en nuestros proyectos.
9.      Ser leales, no mentirnos ni ocultarnos información.
1.     Nunca, pero nunca, pero nunca, caer en la rutina…

Ella terminó de escribir y trasladó esos puntos a su vida cotidiana… ¿hacía cuánto que no tenía tiempo a solas con su esposo? ¿Cuántas veces le había dicho que sus proyectos eran inviables en este país?... ¿qué proyecto tenían en común? ¿cuántas veces se habían acostado enojados… una enorme tristeza la invadió por dentro, y al leer el último punto se dio cuenta que su pareja estaba inmersa en la rutina…
Los ancianos la contemplaron en silencio por unos minutos… sabían que estaba sintiendo… la mujer, tomó el mentón y dijo:

-          ¿Qué pasa niña? ¿por qué esa cara?
-          Porque entiendo que mi vida es RUTINA, porque me estoy dando cuenta la cantidad de puntos que no cumplimos…
-          Alto, detente, dijo la anciana, tranquila, ese es nuestro decálogo, recuerda que deberías construir el tuyo, cada pareja es única y tiene necesidades diferentes…, por otro lado, en nuestro caso, lo construimos cuando casi parecía ser demasiado tarde… ¿es tu caso?
-          No lo sé, dijo la mujer mientras miraba a un punto fijo de la plaza
-          ¿Y si lo preguntas? Dijo el anciano, quizás no sea tan grave…
En ese momento la anciana posó su mano sobre la pierna de la mujer y dijo:

-          Ve y pregúntale, pídele, sí está de acuerdo que construyan el de Uds. vamos… no te quedes aquí con dos viejos en una plaza, tienes una vida por delante, no la desaproveches.

La mujer les sonrió, solo dijo gracias tomando muy fuerte las manos de la pareja y se preparó para irse… al comenzar a caminar y pensando en lo que había escuchado se dio cuenta que faltaba una clave… por lo que volteó y a la distancia preguntó:

-          Perdón ¿cuál es la última clave? A lo cual los ancianos respondieron al unísono
-          SENTIRNOS QUE MERECEMOS LAS COSAS LINDAS QUE NOS SUCEDEN JUNTOS Y CREERLO…

La vida es bella, muy bella, la vida vale la pena ser vivida, pero para poder hacerlo necesitamos saber qué queremos y qué no.
Si hoy tuvieras que escribir un decálogo con tu pareja… con tus hijos, con tus padres… ¿Qué diría?...

Muy buena semana
MCP José Luis López

PP

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