La clase de arte había terminado pero Pedro no se había levantado de la silla. Su hoja estaba en blanco. Tratando de motivarlo, la maestra, le preguntó si había dibujado un oso polar o una tormenta de nieve, pero Pedro no se rió.
Es que no se dibujar, dijo.
La maestra sonrió y le pidió que hiciera una mancha y viera a dónde lo llevaba.
Pedro obedeció y se la entregó a la maestra. Al verla ella le pidió que lo firmara.
A la semana siguiente cuando Pedro asistió a la clase de arte vio su cuadro colgado en la pared de atrás del escritorio de la maestra.
Era la pequeña mancha que él había pintado, sólo que ahora estaba enmarcada de una manera muy bonita.
Yo puedo hacer mejores manchas, pensó abriendo su caja de pinturas y poniéndose a trabajar.
Pedro pintó y pintó sin parar. Una mancha roja, una azul, una amarilla..
Mezcló el azul con el amarillo y descubrió que podía hacer una mancha verde. Primero eran pequeñas pero después empezó a hacer grandes.
En el show de arte de la escuela, unas semanas mas tarde, Pedro exhibió sus cuadros con orgullo.
Un muchacho estaba mirando sus obras y cuando Pedro se acercó le dijo: tú si que eres realmente un gran artista, a lo que Pedro contestó: apuesto a que tú también puedes serlo. Yo? Yo no, contestó el niño. Ni siquiera se hacer una línea recta con una regla.
Pedro sonrió, le acercó una hoja en blanco y le dijo: muéstrame!!
El chico apenas dibujo una raya. Él miró el dibujo y le dijo: Fírmalo!!!
Versión libre del cuento de Peter H Reynolds
A veces sólo se trata de empezar y ver a dónde nos lleva ese comienzo. No necesitamos saber todo ni tener disponibles todos los recursos.
Un primer paso puede ser la motivación y la luz para el segundo y así hasta el final.
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