Cuando los
resultados no acompañan tenemos en nuestras manos la mejor oportunidad para que
pase algo distinto. Pensar en resultados es un pilar fundamental de medición y
de consciencia. Pero ser resultadistas sin ser flexibles probablemente nos
lleve a que tarde o temprano algo se rompa.
Y no es lo mismo salir a la cancha
“atando con alambre” lo que se rompió que entrenando nuestra capacidad de
resiliencia de un resultado que no acompañó.
Un equipo
puede ganar o perder, son resultados y está claro que todos queremos salir a
ganar. Aunque no nos damos cuenta que podemos triunfar mucho antes que la
pelota comience a rodar.
Los 11
jugadores de los que nadie habló y que no escuché en la lista de los 23:
1-
Trabajo
en equipo: este jugador está condicionado por los otros 10. Será protagonista
del partido siempre y cuando los otros estén presentes. Entender que un equipo
es mucho más que cada una de las partes. Cada rol es clave para el resultado.
Sacar presión a solo un jugador y que aparezca la sinergia de ser mucho más de
lo que somos en soledad.
2- Empatía: Su juego tiene que ver con
entender, comprender y respetar las jugadas de los demás. Ponerse en los
botines del otro.
3- Crítica constructiva: Hablar para
construir y dejar de hablar para destruir. Es fácil criticar y decir qué es lo
que hay que hacer. Lo difícil es criticar para que sume y que no reste.
4- Emociones funcionales: nuestras
emociones son predisposiciones para la acción. Si salimos a jugar enojados,
probablemente nuestras jugadas no sean las más limpias y no podamos mostrarnos
desde nuestra mejor versión.
5- Respeto: Aceptar que hay tantas
realidad como personas existen. Podemos no compartir opiniones ni estar de
acuerdo. Respetar no es que todos pensemos igual. Es comprender que otro piensa
distinto.
6- Un sistema potenciador: Nunca estamos
solos. Hay un sistema que nos condiciona o nos potencia. Lo que el sistema, es
decir el entorno nos muestre nos estará afectando. Rodearnos lo más posible de
sistemas que nos potencien.
7- Actitud: el ingrediente que hará la
diferencia entre un equipo u otro es este jugador. La manera en nos paramos en
la cancha. Sin importar tanto quien sea el rival ni que minuto del partido se
esté jugando. La actitud gana por penales. Siempre.
8- Aptitud: Saber hacer y tener las
capacidades y habilidades entrenadas para poder ponerlas en acción. Siempre
rodearse de los mejores.
9- Gratitud: A este jugador no le importa
mucho cuanto tiene. Este jugador
está en la cancha cuando en su alma se detiene el tiempo por un segundo,
respira hondo y entiende que nada mejor le puede estar pasando. Y que es vale
mucho más ese instante que cualquier resultado. Este jugador ya ganó hace rato.
10- Motivación: es el jugador que mueve a
que el equipo no se quede quieto. Le da sentido y dirección a cada jugada. Tiene
un propósito mucho más grande que solamente ganar.
11- Escucha: es el jugador más silencioso.
Por momentos se pierde o pasa desapercibido. A veces resuelve sólo las jugadas
más críticas.
Ahora te pido
que imagines que “la cancha” a la que te toca salir todos los días es tu
trabajo, es tu familia, es tu comunidad, es tu ciudad, es tu equipo de ventas,
es tu ONG, es tu país…
¿Y si
en vez de solamente querer ganar salimos a triunfar antes de pisar la cancha?
Si no
obtenés el resultado que queres, pensaste: ¿Que jugador te está faltando?
No soy una
experta en futbol. Pero estoy segura que mis jugadores formarían un equipo que
se levanta de cualquier circunstancia, que hace los campeonatos más livianos,
qué quiere salir y ganar. Y si mi equipo pierde, es porque triunfó hace rato,
porque será lo suficientemente resiliente para salir fortalecido de cualquier
situación.
Lic. Yamila Martorell